Psicopatología de la vida cotidiana

Por: Javier Rodríguez Caro. Socio Titular del Instituto Psicoanalítico de Salamanca.

Se presenta a continuación un resumen/guía/apuntes del seminario expuesto sobre el  texto “Psicopatología de la vida cotidiana” de Sigmund Freud, en el Instituto  Psicoanalítico de Salamanca el 17 de octubre de 2020 a modo de texto de estudio.  

¡ADVERTENCIA! En este texto, Freud nos habla de diversos temas ofreciendo  su visión o explicación al respecto. Al constituir su opinión, no debemos tomar como  dogmático todo lo que en él se explica. Escribe esta obra con la intención de explicar  esos pequeños actos de los que somos participes a diario y que expondremos a lo largo  de este texto, que pueden no ser una casualidad y estar teñidos de intencionalidad  inconsciente o preconsciente: cuando hacemos o decimos cosas sin querer pero en el  fondo queriendo

Freud dice que, si se produce un error, es muy probable que haya un conflicto interno, una represión.  

Se trataría pues de fallos, torpezas o errores de naturaleza nimia, sin importancia  grave, generalmente de naturaleza efímera y que no dejan gran huella en la vida de la  persona (aunque estar atentos y hacerlos conscientes pueden ser de gran ayuda).  

¿Qué entendemos, pues, por una psicopatología de la vida cotidiana? 

Freud utiliza aquí el término de psicopatología para hacer referencia la manera  de errar humana, que revela las motivaciones inconscientes. Olvidamos cosas,  confundimos palabras y sufrimos accidentes.  

Ciertos contenidos emergen del inconsciente reapareciendo de forma  distorsionada y ocasionando errores. Y dichos errores dejan entrever cierta información  sobre los verdaderos deseos del individuo.  

En su libro, nos lo explica en 12 temas. Según lo expuesto en ellos, se puede  decir que ciertas faltas o errores en nuestro funcionamiento psíquico y ciertos actos que  en apariencia carecen de intención alguna parecen estar motivados y determinados por  información no accesible a la conciencia. Esta información puede ser conocida cuando  se le somete a investigación psicoanalítica.  

Para ser incluido dentro de esta definición, un funcionamiento psíquico fallido nos  dice el autor que tiene que poder explicarse por las siguientes condiciones:  

a) No exceder en cierta medida fijamente establecida por nuestra estimación y  que designamos con los términos “dentro de los límites de lo normal”.  b) El acto tiene que constituir un fallo o una perturbación momentánea y  temporal, transitoria. Se ha de haber ejecutado antes correctamente nos hemos  de saber capaces de hacerlo en esos términos. 

c) Si nos percatamos del funcionamiento erróneo, no tenemos que percibir la  menor huella de una motivación del mismo. Debemos inclinarnos a pensar  que ha sucedido porque no hemos estados atentos o porque ha actuado la  casualidad.  

1. Olvido 

a. De nombres propios  

Aparece Freud el prudente, exponiendo lo siguiente: junto a los sencillos olvidos de  nombres propios, aparecen otros motivados por represión.  

La intención que tiene Freud al hablar sobre el olvido de los nombres propios no  es más que añadir un motivo más a los factores capaces de producir un olvido de un  nombre y, además, aclarar el mecanismo del recuerdo erróneo. Es decir, no contradice  lo que diría cualquier psicólogo o lo que cualquier psicólogo pudiera explicar sobre el  olvido de los nombres propios, sino que ofrece una explicación más. Pero por otra parte,  también asoma cierta pretensión de querer explicar el origen y proceso del olvido de  los nombres propios.  

“Si consigo demostrar la existencia de esta conexión espero quedará hecha la luz sobre el  proceso y origen del olvido de nombres.” 

Olvidar los nombres propios es algo común y por ello, como buen maestro de  la sospecha, intuye que pueda existir alguna razón para que esto ocurra.  

Normalmente cuando se olvida el nombre parece que no sólo se olvida, si no  que se recuerda erróneamente. Es decir, no solo se olvida sino que además, aparecen en  la conciencia otros nombres sustitutos que se saben falsos, pero que continúan  presentándose en la conciencia con gran tenacidad.  

El proceso que era encargado de la reproducción de ese nombre buscado, se  desplaza y nos lleva hacia un sustituto erróneo. En base a esto dice Freud: tal  desplazamiento no se halla a merced de un mero capricho psíquico cualquiera, sino que sigue  determinadas trayectorias regulares y perfectamente calculables, o por decirlo de otro modo,  presumo que los nombres sustitutivos están en visible conexión con el buscado.  

Relaciona el olvido de un nombre con el recordar fallido de las siguientes  condiciones:  

Cierta predisposición para su olvido.  

Un proceso de sofocación transcurrido poco antes.  

Asociación extrínseca entre el nombre en cuestión y el elemento antes sofocado. 

b. De palabras extranjeras  

Hemos aprendido, pues, a conocer un segundo mecanismo del olvido: la perturbación de un  pensamiento por una contradicción interna proveniente de lo reprimido.  

Nos cuenta Freud que el léxico de nuestro idioma se encuentra, de alguna manera,  protegido del olvido cuando todo funciona normalmente pero que no sucede lo mismo  con las palabras de un idioma extranjero ya que en este todas las partes de la oración  están predispuestas a ser olvidadas y apela a tres condiciones iniciales:  

Desigualdad de nuestro dominio sobre una lengua extranjera. 

Según nuestro estado general.  

Grado de nuestra fatiga.  

Veamos un ejemplo:  

Freud nos cuenta cómo en unas vacaciones se encuentra con un joven culto que ya  le conocía. Ese joven, trata de cerrar su discurso con un verso de Dido y Eneas: Exoriar(e)  aliquis nostris ex ossibus ultor! 

Tenemos aquí, por tanto, el caso aliquis.  

Cuando este joven utiliza esta frase se olvida de la palabra aliquis por lo cual, un  Freud jocoso y burlón decide ayudarle a buscar la razón del olvido de ese pronombre  indefinido.  

Eso lo podemos averiguar enseguida, le ruego que me comunique, sinceramente y absteniéndose  de toda crítica, todo lo que se le ocurre cuando dirige usted la atención sin intención particular  sobre la palabra olvidada.  

Empezamos con la asociación que realiza el joven🡪 

a y liquis 🡪 reliquias-liquidación-líquido-fluido ¿sabe algo ya? 🡪 Simón de Trento  (reliquias), Kleinpaul (todo esto carece de conexión con la palabra aliquis) 🡪 artículo  “Lo que dice San Agustín de las mujeres” 🡪 arrogante anciano, Benedicto – parece que  tenemos padres de la Iglesia y Santos 🡪 San Jenaro y el milagro de su sangre 🡪 San  Jenaro y San Agustín – calendario 🡪 milagro de San Jenaro (Nápoles) 🡪 Algo demasiado  íntimo 🡪 de pronto he pensado en una señora de la cual podría recibir una noticia  desagradable para ella y para mi 🡪 EUREKA! ¿Le ha faltado la mestruacción? 🡪 ¿Cómo  lo ha sabido?  

Ha transformado usted el milagro de San Jenaro en un magnífico símbolo del  período de la mujer.  

La señora es italiana y visitó Nápoles en su compañía. ¿Puede ser casualidad?  

Freud: Dejo a su juicio el determinar si toda esa serie de asociaciones puede explicarse por la  intervención de la casualidad. Mas lo que sí advierto es que todos y cada uno de los casos  semejantes que quiera usted someter al análisis le conducirán siempre al descubrimiento de  “casualidades” igualmente extrañas.  

3. Nombres y series de palabras:  

Quiere investigar aquí Freud la reproducción defectuosa o con lagunas de  fórmulas o poesías aprendidas de memoria tiempo atrás.  

Lo ejemplifica con la poesía la Prometida de Corinto recitada por un joven: 

Mas, ¿será bien recibido por sus huéspedes 

ahora que cada día trae consigo algo nuevo? 

Él es aún pagano, como todos los suyos, 

y aquellos son ya cristianos y están bautizados. 

Consultan y efectivamente, la segunda línea no es la correcta. ERROR.  El texto verdadero era el que sigue:  

Mas, ¿será bien recibido por sus huéspedes 

si no compra muy caro su favor? 

Por lo que pudo averiguar Freud, este joven pretendió tiempo atrás la mano de  una mujer y fue rechazado. En ese momento que a irle mejor en su negocio piensa en  volver a pedirle la mano a esta mujer. La razón podría justificarse en que el anterior  rechazo como la nueva posible aceptación obedecieran a una especie de cálculo  inconsciente. 

Los casos analizados por Freud le llevan casi siempre a asuntos íntimos del  analizado y a veces hasta desagradables o penosos para él. Todos ellos obedecen a que  lo que se ha olvidado o deformado entra en conexión por asociación con un contenido  inconsciente del que parte aquella influencia manifestándose en forma de olvido.  

4. RECUERDOS INFANTILES Y ENCUBRIDORES 

El fallo o la desviación de la función reproductora indica más frecuentemente de lo que se  supone la intervención de un factor prejuzgante, de una tendencia que favorece a uno de los  recuerdos mientras se esfuerza en laborar en contra del otro.  

¿Cómo la memoria reconstruye el recuerdo acomodando los tiempos y las  vivencias para darles coherencia, aunque no coincidan con lo que en realidad ocurrió? Esto es lo que Freud denomina desplazamiento retroactivo o regresivo. Es una  peculiaridad temporal entre el recuerdo encubridor y el contenido, quedando este  último escondido. Por ello denomina recuerdos encubridores a aquellos que han sido  reconstruidos o bien que ocupan un realce que llama la atención sobre ellos. Esto es  así porque ocultan mejor el recuerdo reprimido. Estos recuerdos encubridores (Deckrinnerungen) deben su conservación no al  propio contenido, sino a una relación asociativa del mismo con otro contenido  reprimido.  

Los recuerdos infantiles deben su existencia a un proceso de desplazamiento y constituyen un sustituto de otras impresiones verdaderamente importantes, cuyo recuerdo puede extraerse de ellos por medio del análisis psíquico, pero cuya  reproducción directa se halla entorpecida por una resistencia

Tanto en el olvido de nombres como en los recuerdos infantiles encubridores hablamos de un fallo en el recuerdo. No aparece en la memoria lo realmente vivido, sino  algo distinto, un sustituto.  

En el olvido de nombres sabemos que el sustituto que aparece es falso. No así en los  recuerdos encubridores, que nos asombramos de retenerlos todavía. Sería algo parecido  al falso recuerdo actual.  

Dice Freud que es probable que este olvido de sucesos de nuestra infancia nos  pueda constituir la clave para comprender ciertos olvidos que son eje central de la  formación de los síntomas neuróticos.  

Estos primeros recuerdos que se codifican en la infancia, al igual que los sueños  se basan en la reproducción de imágenes en su mayoría. No son una verdadera huella  mnémica, sino que son producto de una elaboración posterior, sufriendo esta las  influencias de fuerzas psíquicas posteriores.  

Caso del desceñimiento. Paciente, mayor de 9. Cuando él tenía 15 años, nació su  hermana pero afirmaba nunca haber visto a su madre con deformación alguna. Surgió en  él un recuerdo de haber visto a su madre cómo se desceñía apresuradamente el vestido  ante un espejo, añadiendo espontáneamente que había llegado de la calle con grandes e  inesperados dolores. El desceñimiento (Aufbinden) del vestido es un recuerdo encubridor  sustito del parto (Entbinden). 

5. EQUIVOCACIONES ORALES – LAPSUS  LINGUAE 

Son contenidos psíquicos que, aunque se esfuerzan en ocultarse, no pueden dejar  de traicionarse a sí mismos, revelándose involuntariamente mediante la equivocación.  

Para explicar ciertas clases de equivocaciones orales, Meringer atribuye cierto  valor psíquico a los sonidos fonéticos. Dice que cuando una inervación afecta a la primera  sílaba de una palabra o a la primera palabra de una frase, el proceso estimulante se propaga  a los sonidos posteriores o a las palabras siguientes… Freud no acepta su explicación como completa.  

Sí, por una parte esas equivocaciones orales pueden estar causadas por la  influencia de otros componentes mismos del discurso (un sonido anticipado, un eco o  por tener la frase o su contexto un segundo sentido diferente al que se desea emplear).  A estos casos pertenecerían los que cumplan las condiciones de la explicación de  Meringer. 

Pero, pueden existir errores producidos por influencias exteriores a la palabra,  frase o contexto. Ejercidos por elementos que no se tiene intención de expresar y  de cuyo estímulo sólo por la perturbación producida nos damos cuenta.  

Opinaba también Wundt que en estos fenómenos y otros a análogos no faltan  jamás determinadas influencias psíquicas. Apunta, además, que con el relajamiento o, más  precisamente, por el relajamiento de la inhibición o la bajada de defensas, entraría  en actividad la corriente no inhibida de las asociaciones.  

La perturbación del discurso que se manifiesta en forma de equivocación oral, puede  ser causada por la influencia de componentes como:  

– Intercambios.  

– Anticipaciones.  

– Contaminaciones.  

– Sustituciones.  

– Ecos o Sonidos anticipados.  

Los casuales caprichos del material oral hacen surgir, a veces, equivocaciones que tienen,  en unos casos, todo el abrumador efecto de una indiscreta revelación y, en otros, el  complemente cómico de un chiste.  

Ejemplos:  

a) Hija de Freud muerde una manzana agria con gesto desagradable y le dice la  siguiente aleluya:  

El mono pone cara ridícula 

al comer, de manzana, una partícula. Freud comenzó diciendo el man como una contaminación y anticipación de la palabra  manzana 

b) Una paciente: su memoria se negaba a comunicar en qué parte de su cuerpo le  había tocado indiscretamente la mano de cierto sujeto. Después visitó a una  amiga y hablando de sus residencias de verano, preguntada por la casita que se  hallaba en M., dijo que en las nalgas de la montaña (Berglende) en vez de en la  vertiente de la misma (Berglehne).  

c) Un joven abordó a una muchacha en la calle con las palabras: Si usted me lo  permite, señorita, desearía acompañarla (blegeiten), pero en vez de este verbo  blegeiten (acompañar), formó uno nuevo (blegeitdigen), compuesto por el  primero y beleidigen (ofender). Se ve claramente que pensaba en el placer de  acompañarla, pero que temía ofenderla con la proposición.  

d) A petición de un marido, tuvo Freud que reprender a una mujer, estando este  escuchando detrás de una puerta para observar el efecto. Causó gran impresión  en la señora. Al despedirse de ella le dijo Freud a la señora: “Beso a usted la  mano, caballero”.  

e) Stekel en una junta general tormentosa: queriendo decir “pasamos al punto  cuarto de la orden del día”, dijo: “peleamos…”.  

f) ¿En qué arma sirve su hijo? Preguntaron a una señora: “en los asesinos del 42,  respondió. Cambiando morsern (mortero) por mördern (asesinos).  

g) Un sargento recomendó a sus hombres que dieran con precisión sus señas para  que no se extraviaran sus paquetes y en vez de hacer referencia a estos, dijo en  vez de la palabra paquetes la palabra tocino.  

h) Un enfermo enviado a un sanatorio por un médico: pero ese sanatorio no es más  que para una especialidad (partos). Nada de eso, replicó el médico: en el sanatorio de  Hera puede matarse (umbringen), digo alojarse (unterbringen) a cualquier paciente.  

6. EQUIVOCACIONES EN LA LECTURA Y EN LA  ESCRITURA 

En las equivocaciones en la lectura y en la escritura puedan aplicarse las mismas  consideraciones que en los lapsus orales.  

a) Equivocaciones en la lectura 

Leer rápido o tener problemas de visión son factores que coadyuvan a la aparición  de tales ilusiones, aunque no son condiciones necesarias. 

Pueden suceder cuando el contenido del texto es algo que provoca una resistencia  en el lector o constituye una exigencia o noticia dolorosa para él, y la equivocación altera  dicho texto.  

También encontramos muchos ejemplos en los que, lo que transforma el texto a los  ojos del lector, es una cierta predisposición de éste para leer algo que está ocupando su  pensamiento en esos momentos.

a) A Freud le resulta irritante la equivocación que profesa siempre que está en una  ciudad extranjera y pasea por sus calles. Lee la palabra “antigüedades” en todas  las muestras de las tiendas. Esta equivocación pone de manifiesto el deseo de  hallazgos interesantes que siempre abriga el coleccionista.  

b) En Ocurrencias chistosas y satíricas de Lichtenberg: había leído tanto a Homero,  que siempre que aparecía ante su vista la palabra angenommen (Admitido) leía  Agamemnon (Agamenón) 

Vemos en otros ejemplos cómo la ocupación o la situación actual hace que los  sujetos cometan fallos en la lectura. 

c) Un sujeto que paseaba por las calles de una ciudad extranjera, cuando llegaba la  hora en la que habitualmente su médico le había prescrito realizar un acto diario  y necesario leyó en un almacén Closets, pero extrañado por la ubicación de aquellas  necesarias habitaciones miró de nuevo y realmente estaba escrito Corsets.  

Se reúnen también equivocaciones en la lectura influidas por la época de guerra en la  que se encuentran los analizantes. 

I. Un hombre dice que va a ir al frente de batalla pese a poder no hacerlo. Poco  después le comunica a Sachs que había hecho valer sus derechos y había sido  destinado a una actividad industrial. Estaba Sachs escribiendo en un pupitre y  el amigo detrás, leyendo por un momento lo que este escribía y le pregunta  a Sachs: ¿ahí pone pliego, no? Antes, por un momento había leído cobarde.  

d) Equivocaciones en la escritura  

a) Anticipación de una fecha como expresión de un deseo: jueves, 20 de octubre.  Ahí expresa Freud, escribiendo erróneamente la fecha, el deseo de que el  paciente X estuviera ya allí, un mes antes.  

b) Iba a sacar 300 coronas para un pariente. En su cuenta quedaban 4.380 coronas  y decidió dejarla reducida a 4000. Después de extender el cheque se da cuenta  de que no ha sacado 380, sino 438. La explicación de Freud: 438 era el 10% de  4380, total de mi cuenta corriente y ese es el descuento que hacen los libreros,  etc. 

c) En un caso referido por Stekel: la dirección de un semanario había sido tachada  de vendida. El redactor jefe y autor del artículo contestaba con indignación a tales  acusaciones quedando muy a gusto con ello y escribiendo: “Nuestros lectores  testimoniarán que nosotros hemos defendido siempre interesadamente el  bien general.” Parece que los verdaderos pensamientos se abrieron paso a través  del patético discurso.  

d) Un caso mío: al leer el caso de Stekel en el que pone semanario, corrijo con lápiz  la palabra y pongo seminario de manera totalmente inconsciente y pensando que  se trataba de una errata, probablemente por hallarme inmerso preparando este  seminario. e) Confusión de A. Brill, colega de E. Jones, siendo él abstemio, bebió alcohol y a la  mañana siguiente con dolor de cabeza por haber transgredido su norma se  encontraba escribiendo el nombre de una paciente llamada Ethel y en lugar de  eso escribió Ethyl. A ello también ayudaba que la paciente acostumbraba a beber  más de lo que le hubiera convenido.  

f) Se refieren casos en los que médicos recetan dosis equivocadas (hasta 10 veces  mayor). Las coincidencias que presentan estos consisten en que hasta hoy no le  ha sucedido esto al referido médico más que con un único medicamento,  tratándose de pacientes femeninas de edad avanzada y siempre demasiado fuerte  la dosis prescrita.  

A veces se da el caso de revelar algún secreto a través de un error en la escritura:  

a) Salude usted cordialmente a su esposa y a su hijo (sólo de ella, ihren sohn). Ya que  al regresar de su última visita a esa familia la señora que acompañaba a Freud le  hizo notar que el hijo de esta señora se parecía muchísimo a un íntimo amigo de  la casa, el cual debía ser, sin duda su verdadero padre.  

b) Además, te aconsejo que, sin más tardar, vayas a insultar al doctor X. Como es natural  Freud quería haber dicho consultar. Pero ese doctor le caía mal y se había  revelado ahí esa intención inconsciente.  

7. OLVIDO DE IMPRESIONES Y PROPÓSITOS  

El resultado uniforme de toda esta serie de observaciones puede formularse  como sigue: en todos los casos queda probado que el olvido está fundado en un motivo de  disgusto. 

“Has hecho esto, me dice mi memoria. Eso no puedo haberlo hecho, dice mi orgullo, y  permanece inconmovible. Por último, cede la memoria. (A. Pick).  

El olvido es un fenómeno que no ha podido ser explicado claramente por  ninguna teoría psicológica ni neurocientífica (salvo en patologías concretas en las que  existe un deterioro generalizado de funciones).  

Es posible que para el ser humano pueda llegar a ser más misterioso e interesante  el olvido que el recuerdo (al igual que es más difícil interpretar silencios que interpretar  palaras llenas de significados).  

La propensión a olvidar lo desagradable parece ser generalizada, como en los casos de amnesia postraumática. En sujetos sanos, se encuentran multitud de  casos en que se antepone olvidar recuerdos desagradables antes que grabarlos  en nuestra memoria. Al igual que sucede con el olvido de nombres, pueden también  aparecer recuerdos equivocados, que pueden llegar a constituir verdaderas ilusiones 

Entendemos el olvido como un proceso espontáneo, no voluntario al que  podemos atribuir un determinado curso temporal. Como curiosidad: Freud se olvidaba de pocas cosas, pero acostumbraba a  analizar sus propios olvidos. Pone a nuestra disposición una técnica que utiliza para  recordar más de lo que al principio cree posible:  

Si algún paciente le hace ver que ya ha estado antes en la consulta y no puede recordar ni el  hecho ni la fecha, lo que hace Freud es dejar que aparezca en su mente un número arbitrario  de años y lo resta de aquel en el que se halla. Dice que en aquellos casos en los que su  adivinación ha podido ser confrontada con indicaciones o seguras afirmaciones de los pacientes,  se ha demostrado que en lapsos superiores a diez años no se había equivocado en más de 6  meses.  

A) Olvido de impresiones y conocimientos.  

a) La mujer de Freud, Martha le hace enfadar puesto que durante una comida está  atenta a la conversación de un distinguido señor mantenía con sus vecinos de  mesa. Eso hace enfadar a Freud. Semanas después quiso éste contárselo a un  pariente suyo y le fue imposible recordar ni una sola palabra de lo que el caballero  había dicho en la mesa. Como Freud, según dice, es más bien rencoroso y no  acostumbra a olvidar detalles, su amnesia tenía el propósito de  salvaguardar el respeto hacia su mujer.  

b) Freud promete regalar una caja de hierro a una señora pero no recuerda la calle  en la que puede encontrar dicha caja. Se da cuenta a través del análisis que esa  calle era donde vivía una familia de la que vivió un total apartamiento y evitó  desde entonces pasar por allí, eliminando de su callejero mental dicho lugar y  omitiendo así la tienda en la que sabía que vendían las cajas de hierro. Tenía  prohibido a sí mismo paso por esa calle.  

En este caso el mecanismo del olvido no iba dirigido hacia el fabricante de las  cajas, sino hacia otra persona de la que no quería tener noticia alguna, pero se  trasladó de ésta al incidente en el cual produce el olvido.  

c) Un joven cuenta que hace unos años se encontraba un poco distanciado de su  mujer, encontrándola indiferente “vivíamos sin recíproca ternura”. Un día  cuando volvió del paseo su mujer le trajo un libro que creía que debía interesarle.  Le dio las gracias por la muestra de atención prometiendo leerlo y lo guardó sin  poder encontrarlo después. Tiempo después enfermó la madre de este,  mostrando su mujer mucha atención con ella y yendo a cuidarla. Agradecido y  entusiasmado por su conducta, una noche de regreso a su casa, y casi con  automatismo sonámbulo fue a su mesa y abriendo el cajón encontró encima de  todo el extraviado y buscado libro.  

d) Un individuo fue apremiado por su mujer para asistir a una reunión a la que él  no quería asistir. Tenía un baúl que necesitaba llave para abrirlo pero no para  cerrarlo. Abrió el baúl para sacar su traje de etiqueta decidiendo entremedias  afeitarse. Cuando terminó encontró el baúl cerrado con el traje dentro. Tuvo  que renunciar el matrimonio asistir al encuentro. El marido distraído había  cerrado la tapa tras arrojar las llaves dentro. e) E. Jones acostumbraba a extraviar su pipa siempre que se sentía mal por haber  fumado mucho. Luego la encontraba en los lugares más inverosímiles.  

También en individuos sanos, no neuróticos, se hallan indicios abundantes de una  resistencia que se opone al recuerdo de impresiones penosas y a la representación de  pensamientos desagradables.  

El principio arquitectónico del aparato psíquico parece ser la estratificación, esto es, la  composición por instancias superpuestas unas a otras, y es muy posible que el impulso defensivo  a que nos venimos refiriendo pertenezca a una instancia psíquica inferior, coartada por otras  superiores.  

B) OLVIDO DE PROPÓSITOS E INTENCIONES 

La escasez de atención no basta por sí sola para explicar los rendimientos fallidos.  Podemos referirnos a un propósito como un impulso a la acción quedando esta aplazada  hasta el momento propicio de ponerla en marcha.  

Es por tanto que el propósito sugerido dormita en las personas referidas hasta que se  aproxima el tiempo de su ejecución. Al llegar éste despierta en ellas y las induce a la acción.  Sería algo así como una sugestión posthipnótica a largo plazo.  

El olvido de un propósito no puede considerarse como algo sencillo, sino que al fin  y al cabo va a depender de motivos que no han salido a la luz. Podemos ver el ejemplo  en la vida militar y distinguir entre omisiones por olvido y las intencionadas. El  soldado que ha olvidado limpiar los botones de su uniforme está seguro de que hay  castigo. Cuando recibe ese castigo confiesa a sus superiores: Estoy harto del maldito  servicio.  

Nos relata Freud a través de ejemplos sobre sí mismo que en distintos casos de  omisión por olvido ha encontrado que podrían ser atribuidos siempre a una intervención  de motivos desconocidos ni admitidos por el sujeto mismo o como podríamos decir, a  un deseo contrario.  

Un trastorno al que están sujetas la mayoría de personas sanas: el olvido sufrido de  devolver libros que a uno le han prestado, olvido de pagar cuentas pendientes.  

Halla, Freud, en sus investigaciones que los propósitos de importancia se olvidan si  existen motivos oscuros contra ellos.  

8. TORPEZAS O ACTOS DE TÉRMINO ERRÓNEO 

Las equivocaciones orales no son algo que se manifieste aislado dentro de su  género, si no que va unido a los demás errores que los hombres cometen con frecuencia  en sus actividades. A estos errores le damos el nombre de distracciones (Meringer y  Mayer). 

En estos casos el efecto fallido parece ser lo principal.  

Pongamos algunos ejemplos:  

a) Sacar del bolsillo la llave de tu propia casa, para volver como es habitual, a  guardarla sintiéndote un poco avergonzado. Sería el equivalente a decir: “aquí  estoy como en mi casa.  

b) También puede darse el error inverso: llamar a la puerta de mi propia casa, que  a Freud no le ocurrió jamás.  

Vemos entonces que el acto fallido se constituye como una representación simbólica  de un pensamiento definido, pero que no está aceptado conscientemente.  

A veces, a través de un acto de término erróneo aparece la voz de la autocrítica,  especialmente patente para expresar autorreproches. El error actual intenta representar  el que en otro lugar y tiempo cometimos.  

c) Caso del tintero de mármol de Freud. La hermana le dice que lo único que no  pega es eso, y en un movimiento torpe, tira la tapa y se rompe.  

En la investigación de los actos fallidos relacionados con la rotura de objetos, se descubre  que a veces dichos actos están enlazados al pasado del sujeto.  

d) Un médico que se queda un jarrón de un paciente, devolviendo el resto de cosas  que este había regalado a la familia. Sabedor de que no estaba bien hecho, hace  un movimiento extraño y tira el jarrón al suelo rompiéndolo en mil pedazos. El  acto fallido poseía la tendencia actual de hacer posible al médico la persecución  de su derecho, liberándole de aquello que le retenía y le impedía en cierto modo  reclamar lo que le era debido.  

Caerse, tropezar o resbalar pueden ser también tenidos en cuenta como actos de  término erróneo.  

Stekel comunica lo siguiente: al entrar en una casa alargué mi mano a la señora de ella  y desaté al hacerlo el lazo que sujetaba su suelta bata matinal. No abrigaba yo,  conscientemente, ningún poco honrado propósito y, sin embargo, llevé a cabo dicho torpe movimiento con la habilidad de un prestidigitador. 

Se tienen también en cuenta dentro de estos errores los intentos de suicidio con  intención inconsciente, utilizando un peligro de muerte disfrazándolo de desgracia casual.  En relación a esto relata Ferenczi un caso de herida por arma de fuego, aparentemente casual y que él explica como intento inconsciente de suicidio. Era el caso de un  joven que se encontraba bajo la impresión deprimente de su desdichado amor y quería  olvidar en el servicio militar. Lo interesante aquí es el hecho de tomar el arma con la mano no dominante, puesto que nos hace pensar que no quería, conscientemente,  suicidarse.  

Otro caso interesante sería el de una señora que se cae y se hace heridas de diversa  consideración con frecuencia, sin hacer intento alguno de librar el golpe. En este caso el  autocastigo venía como un reproche inconsciente por abortar.  

9. ACTOS SINTOMÁTICOS Y CASUALES 

Y no me extraña nada que Gregorio Nacianceno, al observar los gestos rápidos y  fugitivos de Juliano, predijese su apostasía. Ni que San Ambrosio despidiese a su amanuense  por los incorrectos movimientos de su cabeza, que iba y venía omo un látigo de trillar. Ni que  Demócrito notase en seguida que Protágoras era un sabio por el hecho de ver cómo al hacer  un haz de leña ponía los sarmientos más finos en medio. Hay mil rendijas que pasan así  inadvertidas –continuó mi padre-, a través de las cuales una mirada penetrante puede descubrir  de una vez el alma, y yo afirmo –añadió- que un hombre razonable no puede dejar su sombrero  al entrar en una habitación o cogerlo para marcharse sin que se le escape algo que nos revele  su íntimo ser. (Lawrence Sterno, Tristram Shandy, citado por Freud en Psicopatología de la  vida cotidana).  

Aquel que se halle familiarizado con su interpretación se sentirá, en muchas ocasiones,  semejante al rey Salomón, que, según la leyenda oriental, comprendía el lenguaje de los  animales. 

Los actos casuales no se diferencian mucho del término erróneo. Solo se  diferencian en que estos actos son inconscientes, por lo tanto no necesitan excusa para  manifestarse. Se ejecutan estos sin idea alguna. Estos actos, desempeñarían el  papel de síntomas.  

Estos actos pasan inadvertidos por no despertar extrañeza ninguna y producir  efectos insignificantes, surgen de manera natural y son aceptados sin sospecha de  finalidad o intención algunas.  

Los actos sintomáticos pueden expresar algo que ni el mismo actor sospecha que  exista en ellos, y que regularmente no habría de comunicar a los demás, sino por lo  contrario, reservaría para sí mismo. En el tratamiento psicoanalítico de los neuróticos es donde más se pueden  observar este tipo de actos.  

Veamos algunos ejemplos:  

a) Una paciente que se hiere al arreglarse las uñas justamente en el dedo anular,  donde acostumbra a llevar el anillo de matrimonio, y justamente era el día de su  aniversario de boda.  

Freud trata de agrupar estos actos casuales y sintomáticos atendiendo a su manera de  manifestarse según sean habituales o aislados.  

Dentro de los actos habituales, que conformarían una característica de la persona  que lo lleva a cabo entrarían jugar con la cadena del reloj, mesarse la barba, los tics…  

En el segundo grupo estaría el juguetear con el bastón, trazar garabatos con un  lápiz que se tiene en la mano, hacer resonar las monedas en los bolsillos, fabricar bolas  de pan. Dice Freud que tales jugueteos cuando aparecen durante el tratamiento, tienen  un sentido y una significación a los que todo otro medio de expresión ha sido negado.  

La persona que los ejecuta no se da cuenta de ellos, ni ve ni oye (¿oye el camarero  la moneda tintineante en la barra?) y se asombra cuando se le dice.  

b) Caso de un joven que era asistente del embajador y ministro plenipotenciario de  Chile. Después se fue ese ministro y él no se presentó al nuevo. Justo cuando  pronunciaba estas palabras se llevaba a la boca un trozo de pastel con la punta  del cuchillo y se le cayó. Ahí ha dejado usted de perderse un buen bocado y él  repitió las mismas palabras.  

A veces, también se ponen de manifiesto ciertos actos que llevamos a cabo sin  intención aparente y acaban comprendiendo aquello que podríamos llamar hurtos  inconscientes.  

c) Caso de la criada que sin servir retira el pastel sin servirlo y al pedírselo sus amos  dice que no se da cuenta. Al día siguiente se da cuenta la mujer de H. Sachs que  la criada había despreciado la parte de su manjar preferido que le correspondía.  El análisis nos hace saber que se trata, en primer lugar de la infantil glotonería “lo  quiero todo para mí”, no quiere compartir con nadie el objeto de sus deseos y  luego la reacción despechada “si no me lo dais, os lo coméis vosotros, ya no lo  quiero”.  

En la vida conyugal aparecen también diversos actos casuales o sintomáticos,  pudiendo inducir incluso a quien no quiere ocuparse del ICS a creer en los presagios.  

d) Una señora que se va a casar y olvida probarse el traje de novia, se acuerda el  día anterior a las 8 de la tarde. Este detalle nos dice que la novia, probablemente  no esperaba mucha felicidad al ponerse el traje de novia y que quería olvidar algo  que no le era agradable. Hoy en día se halla divorciada. 

e) Vemos cómo a veces el anillo es el protagonista de diversos actos sintomáticos:  Th. Reik nos cuenta cómo conocemos actos sintomáticos que llevan a cabo los  casados quitándose y poniéndose el anillo de matrimonio.  

Otro tipo de actos sintomáticos que podemos llegar a analizar es la pérdida de  objetos. Ésta puede llegar a ser una expresión del poco aprecio al objeto, repugnancia  hacia el mismo o a la persona de quien proviene.  

f) Caso de un médico que pierde un lapicero metálico muy valioso para él. El día  anterior recibe carta de su cuñado, muy desagradable: “Por ahora no tengo ganas  de apoyar tu ligereza ni tu holgazanería”. Esto produjo en él la reacción emotiva  de sacrificar inconscientemente su lapicero, regalo de su cuñado para no tener  que deberle favor alguno.  

g) Nos cuenta O. Rank que también es interesante el hecho de que no sólo perder  objetos puede llegar a tener significado, sino también el hallarlos.  

10. ERRORES 

Allí donde yace un error, yace detrás una represión. 

El error (recuerdo erróneo) no es reconocido como tal, sino aceptado como  cierto.  

Hablamos aquí de errar, de meter la pata, y no de recordar erróneamente.  

Freud en la Interpretación de los sueños se hace responsable de tres errores que tras la revisión de la obra, una vez analizados, se vislumbra que hacen referencia a  pensamientos reprimidos relacionados con su difunto padre.  

a) Confunde la ciudad natal de Schiller. En vez de Marbach, es cribe Marburg.  Aparece una enfadosa historia con un compañero de su padre llamado Marburg.  b) Confunde el parentesco de Aníbal con Asdrúbal. El hermanastro de Freud tenía  un hijo de su edad y Freud le había dado vueltas a la fantasía de cómo sería su  vida si en vez de hijo de su padre, lo fuera de su hermanastro. En el error escribe  entonces el lugar del hermano en vez del padre.  

c) Erró en que Zeus había castrado a su padre, Cronos. Retrasó ese crimen en una  generación, fue Cronos quien lo cometió a Urano, su padre.  

Pueden aparecer también errores que pudieran incluirse también entre los actos de  término erróneo o equivocaciones orales.  

d) Un paciente al que Freud prohíbe llamar a su amante porque quería romper con  ella, y cada acto de acercamiento hacía más complicada la ruptura, estaba ya  decidido a trasladar su irrevocable decisión a través de una carta. Mientras  escribía esta aparece la duda de si debe hacer referencia al propio Freud en la misma. Llama por teléfono y equivocado en la comunicación, aparece al otro lado  su amante.  

e) Un joven escribe a su hermano: “La tal muchacha no es nada bonita, pero sí muy  amable, y con ello me basta. Lo que no te puedo decir aún es si me decidiré o  no a casarme con una judía”. Estas palabras leía la novia al mismo tiempo que el  hermano quedaba prendado ante las lindezas que contenía la carta que recibió  él.  

f) Otro caso de una señora que al preguntar a otra por cómo estaba una amiga  común le designó utilizando su nombre de soltera. Después confesó que su  marido no le era simpático y que el matrimonio le había disgustado.  

g) Hombre que va a inscribir a su hija en el registro y da el nombre de la primera,  pudiendo deducirse de tal error que la segunda no era tan bien recibida como la  primera.  

h) Una señora pasea por la noche con su marido y dos amigos. Uno de estos era el  amante de la señora. La señora al despedirse, saludó a uno de los amigos dándole  la mano y despidiéndole cortésmente. A su amante le agarró del brazo y  volviéndose a su marido quiso despedirse de la misma forma. El marido entró en  el juego y dijo: A los pies de usted, señora. El marido es de aquellos que tienen  por imposible una infidelidad de su mujer.  

i) Otro caso en que un paciente que le transmite a una joven su intención de  casarse con ella. Al volver en el tranvía pidió dos billetes. Iba solo él. Año después  de casado, no cómodo con la vida conyugal fue a recoger una tarde a su mujer y  al volver en el tranvía junto a ella pidió un solo billete.  

j) Un hombre quería descansar, tener un día de vacaciones. Tenía que hacer una  visita desagradable a Lucerna, pero se equivoca de tren y vuelve a Zúrich.  

11. ACTOS FALLIDOS COMBINADOS  

Freud presenta varios casos en los cuales existen actos fallidos combinados.  Hablamos aquí un caso en el que aparece una unión un olvido con un error.  

a) Aparece el caso de un joven quiere que un drama escrito por él sea  representado. Trata por todos los medios de hacerse ver en un comité de la  sociedad literaria, asistiendo con regularidad a las reuniones. Cuando queda  asegurada la representación de sus dramas, olvidó siempre acudir a las referidas  reuniones. Sintiéndose mal quiso volver a estas: la sesión se había celebrado ya  hacía dos días. Había ido en domingo. 

b) El siguiente ejemplo combina un acto sintomático con una pérdida temporal de  un objeto. Señora que va con su cuñado a Roma, le regalan a este una medalla  de oro que no sabe valorar. La señora vuelve a Alemania, y ve con estupor que  la medalla está en su equipaje. Escribe carta comunicándoselo a su cuñado, pero  cuando quiso coger la medalla para enviársela, no la encontraba. Aparece aquí  por tanto el deseo de conservar ese objeto para ella misma. 

c) Pérdida temporal, rotura y olvido como expresión de una repugnancia reprimida:  no quería que nadie utilizase sus fotografías. 

d) Olvido repetido y acto fallido en la ejecución definitiva del acto olvidado:  e) Olvido y error: olvida los lápices, lo subsana y se marcha antes de la hora como  deseo implícito de disfrutar de la hermosa mañana.  

12. EL ALTA Y LA SALUD PSÍQUICA 

Decimos que la salud psíquica hasta edades avanzadas es reversible y siempre  susceptible de rectificarse si se atina con el método y con la personalidad del terapeuta  con quien ha de establecerse la transferencia.  

En palabras de Cencillo existir es hacerse, es irse construyendo, y por lo tanto cuando  los comienzos han sido defectuosos siempre es posible rehacerse y seguir construyendo (re construyendo). Solo han de darse dos condiciones para esta reconstrucción: que el  paciente quiera y que el terapeuta sepa.  

Podemos entender que la salud psíquica es un ente indescriptible en un solo  plano, ni reductible a un ítem designable y sumable, si no que se nos aparece como un  concepto muy complejo, con muchas variables y variantes.  

Ciframos la salud psíquica en niveles convergentes. Son cinco:  

A. PRÁCTICO 

1. Coordinación suficiente de acciones y de medios con fines.  

2. Adopción realista y productiva de metas y proyectos.  

3. Control del tiempo.  

4. Control de imprevistos y remodelación del proyecto. 

5. Atención eficaz a los actos internos y mentales del agente (para controlarse  elásticamente y conocer lo que le está pasando).  

B. EMOCIONAL 

1. Ausencia de angustia, ansiedad, depresiones o exaltación maníaca.  2. Conducción de los afectos.  

3. Capacidad de empatía, de porosidad afectiva, de fruición.  

4. Capacidad de relaciones afectivas intensas pero no alienantes, y, cuando menos,  capacidad de contacto. 

5. No tener rigidez en el sistema defensivo.  

6. Bienestar emocional difuso, que prevalece sobre experiencias negativas: Fluidez,  distensión, esponjamiento, sin interferencias confusivas e impedientes de la  acción.  

C. CENESTÉSICO 

1. Ausencia o remisión (en los comienzos) de somatizaciones. 

2. Bienestar físico difuso, aun a pesar de ciertas dolencias.  

3. Normalización del aparato digestivo, respiratorio y de la piel.  

4. Normalización del sueño. 

D. SIMBÓLICO 

1. Funcionamiento, no perturbador, de las cadenas simbólicas. 

2. Conciencia realista del significado y de sus nexos con afectos.  

3. Filtración y transparencia de los símbolos respecto de la realidad. 

E. EXISTENCIAL 

1. Identidad poseída y capacidad de responsabilidad.  

2. Vivencia moderada de seguridad en el ser mismo.  

3. Adaptabilidad dialéctica al cambio situacional.  

4. Capacidad de síntesis de motivaciones y de metas.  

5. Lógica y claridad relativas de los procesos mentales. 

6. Centramiento asuntivo de lo propio, en lo objetivo y no ajeno. 7. Autoposesión, dominio interno, más poroso y flexible en sus relaciones reales.  8. Eficacia operativa.  

EL ALTA 

¿Cómo darnos cuenta de que la terapia tiene que terminar? No entendemos desde  nuestro punto de vista un psicoanálisis o una psicoterapia “infinita”. Según Luis Cencillo lo  que sí existe es la posibilidad continuada de transformación orgánica de la personalidad en la  línea adoptada a partir de su terapia. En este caso no podemos dar el alta como lo pueda  hacer un médico: paciente curado = alta.  

En la psicoterapia dinámica vamos distanciando las sesiones y valorando cómo se han  ido fijando los cambios para confirmar el restablecimiento de la personalidad.  

¿A qué debemos atender para dar el Alta?  

En muchas ocasiones podemos albergar la duda sobre si es oportuno o no dar el alta  al paciente, sobre todo cuando no hemos cifrado su “salud” en algo preciso (mejora de  habilidades sociales, recuperar la potencia sexual, timidez). Lo que si ha de apreciarse,  en todo caso, en las etapas finales de una psicoterapia es un estado más general de  organización psíquica.  

No obstante y a modo de advertencia: no podemos limitar la salud psíquica de un  individuo en la consecución de un objetivo por sí solo porque esa recuperación no sería  fiable en absoluto.  

Se plantean, por tanto, una serie de siete criterios según Luis Cencillo son más totales  y más fiables que cualquier desaparición puntual de síntomas. Estos siete criterios  parecen abarcar todas las vertientes de la personalidad sana:  

1. La identidad del paciente aparece clara y tal vez plenamente vivenciada, o en  disposición de consolidarse. 

2. Su vida cotidiana (y eventualmente sexual) funcionan suficientemente bien.

3. Ya no se aporta material digno de translaboración, lo que se dice, se recuerda o  se proyecta no plantea tensiones. Todo es completamente práctico, real,  adecuado a las aspiraciones o problemas objetivos de la persona. Precisamente  es la mismidad propia con sus características y sus problemas lo que ha de liberarse en adelante, pero estos problemas son reales y el modo de sentirlo es  moderada y deja libre la atención para lo positivo, lo lúdico y lo distinto. 

4. Los escasos sueños que se recuerdan presentan imágenes y temas de logro, y se  suelen producir sueños numinosos que lo expresan.  

5. Se aprecia lucidez y agilidad de enfoques y de organización asertiva de  comportamientos.  

6. Los antiguos síntomas se sienten lejanos y han cesado los actos fallidos,  autopunitivos y agresivos, los miedos y los bloqueos, sobre todo de la decisión  (perplejidades neuróticas o fijaciones histéricas).  

7. En cuanto al valor ético de las acciones empieza a haber claridad y orientación.  

El paciente mismo se da cuenta de que su personalidad comienza a estar cuajada. Para la  asunción de la salud psíquica en su mayor grado de completitud posible, no es necesaria  la aparición de todos esos rasgos, pero sí se puede atender a la convergencia de la  mayoría de ellos, y esto sí sería fiable para dar el alta.  

En resumen, atenderíamos por tanto a la percepción en Gestalt de la compleción del  caso (presencia de un número suficiente de los signos de restablecimiento), pondríamos  el distanciamiento a prueba y esperaríamos a que la transferencia se resuelva.  

BIBLIOGRAFÍA 

-Cencillo, L. Lo que Freud no llegó a ver. Una terapia eficaz. Syntagma Ediciones. 

-Freud, S. Psicopatología de la vida cotidiana. Alianza Editorial.

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