Alberto Rodíguez-Felgueroso

Texto y presentación del seminario impartido en el Instituto Psicoanalítico de Salamanca el 29/01/2022

Texto de la conferencia «LUIS CENCILLO: GEOGRAFÍA HUMANA»

Introducción

La exposición que presento es un acercamiento a la Antropología y a la Geografía, bajo el prisma y a la sombra de la producción científica de la figura de Luis Cencillo a quien conozco gracias a la ilusión y defensa de sus tesis por dos excelentes amigos e investigadores D. Manuel Becerro y D. Javier Sedano.

Me siento como un intruso en el mundo de la Psicología y la clínica, si bien muy afín a la evolución y desarrollo de la Antropología y algo a la Psicología evolutiva por mi actividad docente en los diferentes niveles académicos.

Resalto en la figura de Cencillo su amplia formación y su saber enciclopédico, infrecuente en el siglo XX y escasísimo en este XXI dominado por las tecnologías, la abundancia de instrumentos y la carestía de ideas.  Un saber creativo, fruto de muchas horas de estudio y de una capacidad intelectual sorprendente. En todas las entrevistas es más pedagógico y sintético que en sus escritos, plagados de subordinadas y referencias cultas, y mucho más directo y claro en las respuestas. Un detalle es mucho más rico, divertido, incisivo y agudo en las entrevistas personales que en las que hay más contertulios. En el segundo caso se subordina y deja que otros “sabios”, de ego muy desarrollado como Marina acaparen tiempo y espacio. Se crece, por ejemplo, ante un Sánchez Dragó tan starlette, pero que lo respeta profundamente.

Hay un aspecto a destacar en su biografía, perfectamente detallada como la realizada por D. Manuel, es su relación con el mundo académico. Destacamos su gran riqueza y diversidad, al poder seguir las enseñanzas y los debates con grandes pensadores de la filosofía y la mente humana, en el mundo germánico, previo a los conflictos bélicos, que ocuparon lugares de gran relevancia en la sociedad. Estando en contacto directo con grandes pensadores que no cito por considerarlo innecesario una vez escuchados los Dres. Becerro y Sedano.

Luego está su recepción en los ambientes universitarios españoles, tan cerrados como mediocres, que pasa de una primer momento expectante y exultante inicial a cierto vacío en torno a su persona, por compañeros e instituciones, unas veces por ser creyente, otra por ser demasiado competente y envidiado, las luchas académicas son feroces. Además su postura respecto al cristianismo y al mensaje evangélico están alejadas de la iglesia imperial y el catolicismo oficial. Todas esas experiencias vitales se reflejan en No hacer el tonto, un libro curioso pero una guía vital escrita desde la perspectiva de la madurez, sin renunciar a hacer el bien y no se utilizado por los listos que viven con el sudor del de enfrente, que no de su frente.

1.- Acercamiento a la Antropología, definición.

La Antropología es una ciencia peculiar que por la naturaleza indefinida de su objeto ha de conjugar simultáneamente diversos niveles, perspectivas y métodos particulares que hacen sumamente difícil su positivación.[1] Cuando el objeto de tal saber es el hombre en todas sus dimensiones, pueden preverse ya las dificultades que ha de encontrar.

 La positividad de un saber equivale a su específica calidad científica, superando el grado de mera opinión subjetiva, Individual o colectiva, para convertirse en episteme, en un saber metódicamente razonado y universalmente constructivo.

El objeto formal de la antropología no es el hombre en cuanto conjunto de fenómenos biológicos, económicos o sociales, si no el hombre en cuanto humano, en cuanto  viviente de tal naturaleza específica que integra todos los niveles posibles que afecten en una peculiar unidad dinámica de modalidad propiamente humana.

Un saber científicamente cualificado presenta tres  vertientes:

1.- Cognoscitiva: el momento esencial de toda ciencia en cuanto saber,  que admite diversos grados de contacto y relación con la realidad, así como de lucidez de la conciencia en el análisis e integración de esta información.

2.-. La segunda vertiente de un saber es la experimental

3.-  La totalizadora sistemática y deductiva.

Capaz de totalizar el sistema de relaciones lógicas y operatorias, cualificado por un control metódico y a partir de unos datos debidamente positivados.

Ahora bien la ciencia es un saber tecnificado pero ante todo saber[2]. Existe, sin embargo, una diferencia radical que cualifica la antropología y la hacen diferenciarse de todas las demás ciencias: Primero la multivalencia y ambigüedad de su objeto: el hombre.  Lo humano no puede agotarse en un conjunto de medidas, no es un objeto propiamente medible.  En segundo lugar no es perfectible ni controlable en sus niveles más íntimos. En tercer lugar se trata de un objeto que nunca se ofrece totalmente a la observación sino de un indefinitum.

Si la antropología ha de responder a su cualidad de ciencia del hombre, ha de integrar todos los niveles él, una síntesis epistemológica. Ha de ser una verdadera ciencia y no el camuflaje de ideologías.

El desarrollo de una disciplina científica no está al margen de los problemas sociales y de los debates públicos que suscita, de los intereses de los grupos de poder o de los cambios y la evolución del pensamiento filosófico y teórico. La evolución del pensamiento geográfico no es ajena a este fenómeno general y está influida por las diferentes corrientes filosóficas y por el contexto cultural, social, político y económico en el que se desarrolla. Los geógrafos no viven aislados del momento científico o intelectual de su tiempo. Sus inquietudes y preocupaciones intelectuales están sugeridas por los interrogantes de su época. Podemos afirmar que el camino recorrido por la geografía, no ha sido sólo  el resultado del trabajo de los geógrafos, sino que ha sido condicionado y fomentado por el ambiente cultural y científico en cada momento histórico y político en el que los geógrafos han trabajado. Algunos de los más conocidos estudiosos de la evolución del pensamiento geográfico resaltan este hecho (Claval, Johnston, Capel, Gómez Mendoza, Ortega Cantero, etc.)

En la historia reciente de la disciplina se pueden distinguir varias etapas de intensa reflexión gnoseológica, en las que, como veremos a continuación, la valoración del concepto no ha sido homogénea, manifestando la existencia de distintas escuelas y corrientes de pensamiento basadas, a su vez, en distintas opciones filosóficas y sociológicas.

La primera se desarrolla a caballo de los siglos XIX y XX, cuando nace la geografía moderna, que reconoce, como objeto de estudio, las relaciones sociedad naturaleza. Relaciones que se contemplan desde dos perspectivas contrapuestas. Una encuentra  rigurosa explicación en los caracteres físicos de la naturaleza. La otra, por el contrario, insiste en considerar el peso de la historia y del nivel cultural del grupo humano en el establecimiento de la relación.

2.- Paralelismo en el nacimiento y evolución

La Antropología nace a mediados del siglo XVIII como saber meramente descriptivo acerca del condicionamiento  que el medio físico supone para el hombre bajo el influjo del clima y de la humedad, hasta llegarse a producir varios grupos humanos, física, moral e incluso patológicamente diferentes.    Es un momento en que  la Astronomía y la Física conseguían intensos progresos al igual que las demás ciencias de la naturaleza. Hay una recogida masiva de información gracias a todas las expediciones por el planeta.

A finales del XVIII  en Alemania la figura de Guillermo de Humboldt y sus posiciones respecto a la antropología se dejan ver  en Plan de antropología comparada (1795) No concibe la antropología al modo de una fisiología y anatomía comparadas si no como una caracterología: psicología diferencial de individuos considerados en su diversidad concreta. Pertenece a la tradición de los naturalistas el siglo XVIII, adoptó sus métodos de trabajo patentes en su vida viajera. Sus resultados fueron aprovechados por la botánica, la zoología, geomorfología y la climatología, creada por él. Reconoce la interdependencia de los fenómenos de la superficie terrestre y la necesidad de explicarlos en su contexto espacial.

La Edad Contemporánea se inició en 1789 fue la época en que llegaron a su fin las monarquías absolutistas. Los aportes, sobre todo de Humboldt (adscripto al movimiento cultural y político conocido como Romanticismo entre fines del siglo XVIII y primera mitad del XIX), Ritter y las posteriores contribuciones de Richthofen y Ratzel sirvieron de fundamento para cerrar el ciclo formativo de la geografía como ciencia, el cual se extendió desde fines del siglo XVIII hasta las postrimerías del siglo XIX, en un contexto de fuerte impulso de las Ciencias Naturales, de la doctrina determinista y del método inductivo. Pensadores como Kant y Hegel, la filosofía positivista comtiana y el evolucionismo darwiniano (como paradigmas) ejercían su influjo en el campo de las ciencias.

Con posterioridad a 1880 la geografía logró definirse, previa crisis desatada después de las muertes de Humboldt y de Ritter (ocurridas en 1859), adquiriendo un gran desarrollo, rigor académico (en sus contenidos, métodos y principios), presencia institucional en todos los niveles educativos, fuerte gravitación de grandes referentes (Richthofen, Ratzel, Penk, Mackinder, los regionalistas: Vidal de la Blache y sus discípulos en Francia y Hettner en Alemania).

Entre 1822 y 1851 publica Karl Ritter su obra monumental La Geografía en su relación con la naturaleza y la historia del hombre, que positiva en una forma definitivamente científica el fenómeno de la distribución geográfica de las diversas clases de culturas es decir la Antropogeografía. La Antropogeografía recibir su forma definitiva de Friederich Ratzel que publica entre 1882 y 1891 su gran obra Antropogeographie en donde describe detalladamente los condicionamientos y costumbres de todos los pueblos entonces conocidos tendiendo a demostrar el intercambio universal de formas y productos culturales que han tenido lugar en todo el globo .

“Si enfocamos la antropología como ciencia del hombre en general, no podemos limitarnos al restringido campo de las sociedades llamadas primitivas, tribales, ágrafas, sin historia,  etc. Sino que habremos de abrirnos al hombre en general en todas sus formas de existencia, de sociedad, de pensamiento, de arte, de religión, de producción y de expresión hablad, mímica y gráfica, inclusive las nuestras propias, en todos sus niveles y conexiones, habiéndonos de centrar principalmente, más que en lo puramente biológico, en lo expresivo, productivo, social y cultural, por ser lo más específicamente constitutivo del ser humano “[3].

3.- La singularidad de la Geografía.

El conocimiento geográfico es, sin dudas, tan antiguo como el hombre y, en distintos puntos de la Tierra, los saberes geográficos fueron parte indisoluble del desarrollo de las sociedades e, incluso, de la consolidación y expansión de los Estados y de los grandes imperios. No se pueden imaginar las dinastías chinas, la milenaria India, el antiquísimo Egipto, la Mesopotamia asiática, la civilización cretense, la expansión fenicia, la instalación hebrea en Palestina, la colosal organización del imperio griego con Alejandro Magno o el poderío del imperio romano, sin un gran cúmulo de conocimientos geográficos.

La geografía es tan vieja para el hombre como la actitud de pensar[4]. Antes incluso de reflexionar, han acumulado observaciones sobre el medio en el que él vivía: la corriente de los ríos, las olas del mar, la lluvia, el frío y el calor, el día y la noche, las estaciones, las migraciones de los animales de los que él se alimenta. Luego poco a poco, descubre otros horizontes: los desplazamientos se hacen cada vez más numerosos, en grupos o aislados, tanto por razones alimenticias como religiosa o bajo los efectos de la presión demográfica o de la influencia de un grupo más importante, un vecino inquietante. Durante estos éxodos en masa, en todo momento camina hasta los límites de la ecumene, no aportando apenas a la humanidad más que observaciones fragmentarias, difícilmente medibles, salvo para los relatos de viajes, para la fabulación, y las leyendas.

Para transmitir los conocimientos sobre el mundo, es necesario descubrir un medio de expresión: el mapa. Es el mérito de los griegos, Pitágoras y Aristóteles, haber imaginado, con ayuda de sabios cálculos, las coordenadas terrestres, al mismo tiempo  descubrieron la forma de la tierra. También casi en la misma época,  otro griego igualmente, Herodoto, describe con precisión el mundo conocido.         

No debemos olvidar que la geografía debe su conocimiento  a los viajeros, a los guerreros, a los comerciantes y a los curiosos. Recordando que el horizonte de los antiguos estaba limitado a la Europa occidental y meridional, acercarse a las costas de África, avanzando un poco al Oriente Medio y a las puertas de China.

A pesar de sus inexactitudes son valiosos los documentos recogidos a lo largo de los siglos XVI y XVII  nos facilitan información. Se refieren esencialmente a las costas de las señalar cabos, enumerar puntos, golfo y bahías, dar nombre a los puntos importantes y sobre todo a las islas. El interior de los continentes permanece todavía ignorado a los occidentales.

En el siglo XVIII los instrumentos marinos y los cronómetros facilitan la medida exacta de las longitudes, y las medidas geodésicas precisan las dimensiones de la tierra. La cartografía gana en exactitud. Al mismo tiempo otras ciencias, útiles a la geografía, progresan especialmente la física y la botánica.

El descubrimiento interior de los  continentes, de las regiones Polares a las selvas amazónicas, fue la obra de los siglos XIX y XX. Debemos a sus promotores valientes que utilizando el progreso de los nuevos medios de transporte: barcos de vapor, ferrocarriles, automóviles y aviones van descubriendo el interior. Aparatos más precisos duplican los medios de investigación: aparatos de nivelación, sondeos por globos, el uso del sonido, los balones estratosféricos, las fotografías aéreas, la fotografía aérea y ahora los drones, dan los medios suficientes para el mayor conocimiento o del mundo.

            Es en el siglo XIX precisamente cuando los sabios alemanes, Humboldt y Ritter, el primero gran viajero y enciclopedista,  y el segundo logra conjugar filosofía e Historia. En ese momento la geografía llega a ser no solamente descriptiva sino explicativa. Ambos autores son citados por Sencillo a la hora de explicar la Antropología y el paso de descriptiva a explicativa.

El contacto con los especialistas de disciplinas vecinas desarrolla entre los geógrafos el gusto de la precisión, la búsqueda sistemática las causas y el análisis menos subjetivo de las formas y de los mecanismos. A menudo para lograr mayor precisión, ante la carencia de un equipamiento especializado, pedirá la ayuda de físicos, químicos o paleontólogos a fin de guiar os procesos de investigación. Entre esas disciplinas afines y en búsqueda y evolución constante estaría la Antropología. El estudio del hombre como individuo y en sociedad y el estudio del hombre en cuanto habitante y en su dimensión espacial y sus relaciones con el medio.

            Que si los humanos no hubiesen aparecido en la tierra, la vida física habría continuado su ritmo normal; mantos forestales habrían cubierto alrededor de la mitad de las tierras que ahora no cubren más que la cuarta parte; los desiertos estarían más vacíos, sin oasis, sin palmeras, sin aldeas; las zonas de estepa habrían sido pobladas por grandes rebaños de herbívoros sobre todo las regiones del hemisferio norte; el hemisferio sur los verdaderos vacíos biológicos estarían en las pampas y en los campos de América del Sur. En nuestro mapa occidental 2/3 de los países de la fachada Sur del Atlántico estarían ocupados por una gran selva de hojas caducas que actuales son obra propia del trabajo humano. Sin duda la erosión sería menos activa, los aluviones más reducidos, las zonas de delta y los cordones de canales menos desarrollados; por el contrario en los valles los ríos se hundirían libremente en sus valles. La naturaleza ha permanecido mucho tiempo, miles de años, sin acción durante centenas de miles de años. La humanización se hace muy lenta. 

Equipo humano era muy poco numeroso y su presencia es discontinua en los continentes. En los periodos glaciares debido a la presencia las masas heladas las tribus hubieron de abandonar los bordes de los ríos, abandonar la vida al aire libre para refugiarse en las cuevas y grutas poco numerosas que necesitaban disputar a los animales.

Cencillo al analizar la Antropología Cultural[5] señala que El ser humano flota literalmente sobre las realidades físicas en su haz de direcciones y de posibilidades ambivalentes, cuya selección realizativa viene a constituir un problema para cada humano y para cada grupo. “La realidad es que los humanos no estamos determinados sino que es un proceso oscilante de opciones y posibilidades.”[6]

Ahora se comprenderá el fundamento que tenemos para afirmar que la cultura es un modo de realidad y más exactamente, el modo de realidad en sentido fuerte para el hombre; los verdaderos problemas del hombre, sus cuestiones más urgentes, importantes y serias, no consiste en nunca o muy rara vez en vencer resistencias materiales ni en mejorar realidades cósicas.

El animal consume “in situ”, es él el que se traslada al lugar donde los  alimentos se produce por eso depende en su adaptación a las particularidades ecológicas del terreno concreto o sobre el cual ha de subsistir; el hombre en distingue vitalmente entre su lugar de habitación y en las fuentes de bienes de subsistencia y de consumo, por muy próximas que ambas áreas vitales se hallen. Esta diversificación de lugares y de áreas implica ya una nueva necesidad no primaria ni básica, así también lo hace la otra necesidad básica de la comunicación; esta necesidad secundaria es la del transporte: ha de transportarse a sí mismo y a su familia y ha de transportar medios de subsistencia y de consumo.

Irá progresivamente ampliando, innovando en los medios que le permitan ese transporte de bienes y personas. Ello da origen a  las andas, la silla de manos etc.  el paso liberador de la superación de la servidumbres humana por el instrumento, con la intuición genial de incorporar el disco a los instrumentos de transporte una intuición que sepa sólo en el viejo mundo y no en el continente americano que pese a tener culto Solares y calendario rotativos no percibe no perciben el disco como instrumento[7].

El transporte queda desvinculado de la corporeidad natural para hacerse en una esfera de realidades, de mecanismos artificiales generando una realidad dinámica, no daba en la naturaleza, sino producida por el hombre y la inmediatamente pero que acaba siendo consolidada. Aparecerá los instrumentos de dinamización de la vida a gran escala: las naves, los ingenios bélicos, los arietes; hechos de materias naturales como es la madera o el metal llevando a idear esquemas mecánicos. Aquí nos vendría la máquina de vapor, el ferrocarril…el motor de explosión y las necesidades de autopistas y redes, así como de combustibles.       

El uso de esos instrumentos genera una modificación del paisaje y la topografía de las regiones naturales. La acción y la presencia de los hombres no ha comenzado a ser evidente hasta el desarrollo del hábitat agrícola y de la vida sedentaria. Es hace unos 16.000 – 10.000 años no aparece un paisaje propiamente humano. Se hace evidente con la  aparición de los campos y las praderas, previa la clarificación de los bosques y la tala primero y luego la roturación de los terrenos naturales. La actuación real de la tierra por el hombre es muy reciente, la presencia clara del hombre sobre un planeta no se hace sentir hasta después del siglo XIX. Fenómeno asociado al rápido crecimiento de la población mundial,  un verdadero y brusco crecimiento de la humanidad. Somos hoy 8.000 millones los habitantes de la tierra[8].

4.- Evolución sintética de la Geografía que corre paralela a las preocupaciones y respuestas de la Antropología según el profesor Cencillo.

En la historia reciente de la disciplina geográfica se pueden distinguir varias etapas de intensa reflexión gnoseológica, en las que la valoración del concepto no ha sido homogénea, dependiendo  de distintas escuelas y corrientes de pensamiento basadas, a su vez, en de las diferentes opciones filosóficas, sociológicas y antropológicas.

La primera se desarrolla, como hemos indicado, a caballo de los siglos XIX y XX, cuando nace la geografía moderna, que reconoce, como objeto de estudio, las relaciones sociedad naturaleza. Relaciones que se contemplan desde dos perspectivas contrapuestas. Una encuentra  rigurosa explicación en los caracteres físicos de la naturaleza. La otra, por el contrario, insiste en considerar el peso de la historia y del nivel cultural del grupo humano en el establecimiento de la relación.

La segunda etapa, a mediados del siglo XX, se produce el alejamiento de la tradición vidaliana y la geografía se implica en los programas de gestión y planificación del territorio. La geografía discurre en términos espaciales. Se concibe como ciencia de las distribuciones, que obedecen a leyes supuestamente irrefutables.

Las críticas al  neopositivismo afloran, aportando novedosas aproximaciones al estudio del espacio geográfico. Unos lo entienden como un espacio subjetivo, otros lo considera como un producto social, resultado de una determinada estructura económica y política.

A partir de los años ochenta reaparece la preocupación por lo particular, por la diferencia, por hacer inteligible y dar significado a un mundo complejo y plural.

4.1.  La interpretación ambientalista:

El pensamiento científico decimonónico estuvo influido por el positivismo y el evolucionismo. El método de las ciencias naturales es considerado como un método ideal. Conceptos y nociones de las ciencias naturales como adaptación, selección natural, etc., con lo que ello supone de interrelación entre el medio natural y  el funcionamiento de los seres vivos, se aplica al estudio de las sociedades humanas. En la geografía se estudian las relaciones entre el medio y el hombre desde la naturaleza.

            El alemán F. Ratzel, para quien la actividad humana en la tierra estaba determinada en gran parte por la naturaleza del entorno físico (Antropogeografía, 1882-1891), ha sido considerado como el fundador del determinismo ambiental aunque algunos ponen en duda esta autoría. No insiste excesivamente en las tesis ambientalistas. Señala el influjo de la continentalidad, insularidad y del espacio sobre el destino de los pueblos (Derruau, 1964).

Incorporando el evolucionismo biológico a nuestra disciplina, así como connotaciones ecologistas resultado de sus contactos con Haeckel. Se ve influenciado por los estudios de Ciencias Naturales y de sus viajes. Se centra especialmente en los aspectos de la geografía humana, su obra señala el comienzo de la geografía humana en Alemania. Crea el concepto de género de vida que será tan importante en la geografía posterior. Describiendo las sociedades primitivas demuestra cómo el género de vida de los habitantes de la selva implicaba un tipo de adaptación completamente distinto del de las poblaciones de la sabana. Claro que así como el medio ambiente no era homogéneo tampoco lo eran las sociedades. Si la sociedad fuese constante se podría elevar la tesis. Esta diferencia de adaptación ¿dependía del medio físico o bien de la multiplicidad de las razas consideradas como constantes? Según las tesis deterministas ¿quién explicaba el medio habitado y su diversidad? No encuentra la solución, pero al fin de su vida concede una mayor importancia a la nación, al pueblo a la raza (Claval, 1974).

Cencillo indica cómo Ratzel en la Antropología describe detalladamente los condicionamientos y costumbres de todos los pueblos entonces conocidos, tendiendo demostrar el intercambio universal de formas y productos culturales que ha tenido lugar en todo el globo. El pasado cultural, indica,  supone una explosión que ha difundido sus fragmentos por todo el orbe. Esta obra abre todavía nuevos y mayores horizontes a la Etnología.[9]

            En realidad, los argumentos de Ratzel eran algo ambiguos y abstractos. (Capel, 1981). Fueron sus discípulos quienes le dieron una formulación más extremistas. Fue Ellen Semple, discípula de Ratzel, quien más contribuyó a la difusión del determinismo, particularmente en el área norteamericana. De ella es la afirmación “el hombre es un producto de la superficie de la tierra”. Concibe la geografía como un estudio de las influencias ambientales.

            La tarea consiste en examinar las leyes de la naturaleza, cuyos elementos son perfectamente cuantificables y plantear, a través de ese análisis, qué tipo de sociedad y de organización del territorio puede generar un determinado ambiente, motivo por el que esta escuela se conoce como determinista o ambientalista.

            La suerte de esta escuela geográfica  está estrechamente ligada a los acontecimientos históricos de la primera mitad del siglo XX, en particular al  nacismo y al fascismo. La teoría  orgánica de la sociedad y el estado, defendida por Ratzel, constituye uno de los puntales científicos del Mein Kamp de Adolf Hitler (Unwin, 1995). Las teorías cerca del “espacio vital”, al igual que la importancia concedida la raza, serán dos aspectos de su obra utilizados por la clase política, como» justificación científica » y apoyo ideológico a un grupo de poder, que se siente respaldado a sus pretensiones y aspiraciones dominadoras sobre espacios y pueblos.

4.2.- La interpretación histórica- social y el nacimiento de la geografía regional moderna.

            Casi al mismo tiempo que nacía la corriente ambientalista en Francia, Paul Vidal de la Blache demostraba con su tesis doctoral que la relación naturaleza-sociedad es resultado de interrelaciones mucho más complejas que las debidas a causas rigurosamente deterministas. Admitía que las características naturales influyen en la vida humana, pero no la determinan.

            La  relación sociedad naturaleza fue trastocada sin rodeos por Vidal. Hasta ese momento se pudiera decir: conoce el ambiente para conocer la sociedad humana que lo habita; a partir de entonces, la afirmación cambia: conoce la sociedad para conocer su ambiente geográfico. Se da, en palabras de Vilá (1984), un giro copernicano. Frente al reduccionismo naturalista se postula el carácter específico de las ciencias del espíritu o ciencias humanas. El historicismo trataba de comprender  el encadenamiento causal de los hechos, a través del estudio de lo individual, olvidando la búsqueda de leyes generales de aplicación universal. Para Vidal de la Blache el foco central de la geografía es la región,  como la expresión única de la interacción entre la humanidad y el medio físico.

            Cencillo indica también que no es, pues, la formalización de la realidad humana una resultante lineal y fija de su infraestructura física y ecológica, sino un proceso oscilante de selección de posibilidades del psiquismo humano motivados por las vigencias, las aspiraciones, las angustias, las representaciones, las valoraciones y los intereses[10]

            Esta escuela se la califica como histórico-social o regionalista. Los rasgos más significativos de su pensamiento son los siguientes:

a.-. El análisis de los aspectos físicos no permite establecer leyes universalmente válidas, que regulen la relación sociedad -ambiente.

b.- Cada caso debe ser estudiado como una realidad única e irrepetible para interpretar su individualidad y la originalidad.

c.- Deben investigarse las interrelaciones entre fenómenos físicos y humanos.

El prestigio y riqueza de las  monografías regionales, elaboradas por los geógrafos franceses, fue asumida y practicada en todas partes. El análisis de la interacción entre fenómenos físicos y humanos ha constituido  el medio de consagración académica de varias generaciones de geógrafos en numerosos países, según E. Murcia (1995). También los geógrafos norteamericanos siguieron esta línea, como el caso de Sauer, que insiste en el paisaje como objeto de estudio de la geografía. Algunas publicaciones han sido calificadas por la crítica literaria como auténticas joyas de la literatura geográfica.

La región ofrecería una estructura dentro de la cual podía estudiarse la interacción entre las gentes y el entorno. A pesar del éxito, la descripción alejaba a la geografía de las demás ciencias, que cada vez estaban más interesadas en la creación y verificación de leyes.

4.3. – El espacio en la geografía cuantitativa.

            A mediados de los años cincuenta los interrogantes acerca de si se estudia lo excepcional o lo general, la descripción o la explicación, continúan. Fruto de esta discusión surge una disciplina nueva, también calificada de cuantitativa, dada la presencia del uso de los modelos matemáticos y estadísticos; otros la califican de teórica por su intención de convertirse en ciencia, en el sentido físico, capaz de verificar teorías y elaborar leyes, al igual que las demás disciplinas. Preocupados por el análisis sistémico y la posibilidad de transferir los conocimientos a otras disciplinas, usando un lenguaje común, vinculado a las disciplinas empíricas.

La escuela adopta muchos de los principios del positivismo lógico tal es el caso de Harvey (1969) en Explanation Geography. Quien realmente comienza a hablar del método científico y de la filosofía positivista. Es Schaefer, en el artículo publicado en la revista Annals de la Asociación de Geógrafos americanos, con el título Excepcionalismo en Geografía; se percibe la influencia del denominado Círculo de Viena. Los estudiosos de la evolución del pensamiento geográfico (Claval, 197; Estébanez, 1982; Gómez Mendoza, 1982; Ortega, 1982; etc.) coinciden en que el artículo de Schaefer fue el ariete de la nueva geografía. Realiza un ataque frontal a la geografía tradicional, a la que considera una corriente de excepcionalismo en Geografía.

Define  nuestra disciplina como ciencia que estudia la distribución espacial de ciertas características de la superficie de la tierra y formula las leyes que rigen esa distribución. La geografía científica debía ocuparse de identificar las leyes y no limitarse a la práctica descriptiva, característica de la geografía regional. En síntesis que la geografía verifique hipótesis y construya teorías y leyes.

            Se adopta el método de las ciencias «duras” prestigiadas por el desarrollo tecnológico tras la Segunda Guerra Mundial y por motivos teóricos y conceptuales, en particular, el desarrollo de la filosofía neopositivista (Bosque, 1986). El neopositivismo resalta la idea tradicional de la unidad de la ciencia, la experiencia como punto de partida, la búsqueda de un lenguaje común, claro y riguroso, capaz de transferir los conocimientos de unas disciplinas a otras, y tal lenguaje es el lógico-matemático, que permita dar validez universal a los resultados de la investigación. (Bertalanffy, 1975; Murcia, 1995). El método hipotético-deductivo propone la observación de los hechos y, a partir de ahí, se formula una hipótesis que deberá ser contrastada. El modelo es una estructura simplificada de la realidad. Para su elaboración se escogen las variables que se consideren fundamentales y que son fácilmente cuantificables.

            La inspiración de los años 50 procede de los modelos teóricos desarrollados por los economistas alemanes: von Thünen, Weber, Christaller y Lösch. Del mundo de la física se alimentaban cuestiones como las relativas a la distribución de los fenómenos en el espacio. Por ejemplo la tan conocida fórmula de rango-tamaño aplicada a las ciudades españolas por Lasuen.

            La alternativa propuesta por la nueva geografía alcanza una difusión rápida en el ámbito anglosajón, en U.S.A. con las publicaciones de Scheidegger (1961): Theoretical geomorphology y Bunge (1962): Theoretical geography. La aplicación de métodos y técnicas matemáticas ha sido considerado como el rasgo más característico de la nueva geografía (Vilá, 1973,1983), apoyado por el desarrollo de la informática y un considerable desarrollo económico y de nivel de vida, así como un incremento de la enseñanza universitaria. El desarrollo en Reino Unido está propiciado por la presencia de dos líderes Chorley y P. Hagget con su difundida obra  Models in geography  (1967). Se presentan los logros de la Nueva Geografía intentando presentarla como una disciplina atractiva e intelectualmente consolidada. Las obras de Harvey (1969) y Hagget (1965) se convierte en clásicos sobre Concepto y Metodología. La respuesta no fue igual de rauda en otros países como Francia o España.

            Frente a la tradición que considera la geografía como ciencia de lo concreto, utiliza el más abstracto de espacio. Deja de ser la ciencia de los lugares, para convertirse en la ciencia del espacio. Un espacio relativo, medido por los tiempos y los costos; un espacio cambiante y dinámico. El objeto del análisis no es describir los elementos característicos de  la región, sino analizar la relación entre los elementos, los flujos que los unen y dan cohesión al espacio; flujos de carácter económico.

            El neopositivismo introdujo nuevas técnicas de análisis que hoy son patrimonio común de la geografía, universalmente aceptadas. La región siguió acaparando el interés de los geógrafos, analizando su estructura, funciones y áreas de influencia. Los geógrafos se proyectan más, al colaborar con disciplinas afines, como la economía o la arquitectura, e inician su participación en el planeamiento.

4.4.- Críticas al cuantitativismo neopositivista.

            Pese al apogeo experimentado en las décadas de los cincuenta y de los sesenta, no todos aceptaron el nuevo enfoque. La nueva geografía calificada de aséptica, abstracta y poco comprometida, recibe críticas a finales de los años 60. Elabora datos de la realidad presente considerándola válida e inmutable, de ahí que se la calificase como ideología conservadora (Grillotti, 1993). Los resultados de los trabajos cuantitativos no mejoraban la comprensión de la realidad; se observaban importantes diferencias entre las predicciones teóricas y las observaciones empíricas (Bosque, 1986).

            Tras el optimismo generado a comienzos de los años sesenta con el positivismo renaciente, irán apareciendo voces que cuestionen los enfoques abstractos positivistas y surja, continuando la crisis de las ciencias sociales, un interés por la fenomenología y el existencialismo.

Solo una época obsesionada por el Monismo y el reduccionismo positivista , como es este tercer cuarto de siglo en que vivimos, puede no advertir que al pretender atenerse a puros datos objetivos, por su mismo reducir la objetividad a lo no particularmente humano, a lo  más afín a lo mineral o a lo vegetal, está haciendo pasar de contrabando una metafísica mecanicista, injustificada, en la explicación científica del fenómeno humano, y no recoge lo más patente y específico del mismo: el ser humano vive y subsiste en su peculiaridad gracias a hallarse fuera de los condicionamientos anecdóticos del momento físico que le rodea, mediante la producción de modos nuevos de realidad que pasan a constituir su verdadero mundo que no es ya en su totalidad de carácter físico y mineral, sino de carácter simbólico, hermenéutico, significativo relacional y pragmático.[11]

            Hechos importantes acontecen en el mundo y sirven de espuela a las mentes. Los problemas del tercer mundo, la crisis del dominio occidental, la invasión de Hungría, el dogmatismo del marxismo-lenilismo, la descolonización, el movimiento de los países no alineados, las revoluciones china y cubana, la guerra de Vietnan entre otros acontecimientos. Comienza a plantearse como inaceptable el desarrollo tecnológico y productivo de países desarrollados,  la situación de los países subdesarrollados y el injusto reparto de beneficios.

Se toma conciencia de otra serie de hechos que afectan al hombre y al medio: La degradación progresiva de la biosfera, de las condiciones de vida, induce el  ascenso de los grupos ecologistas. Se cuestiona la confianza en el progreso indefinido, se habla de la responsabilidad social de los científicos, se rechaza el mito de la neutralidad de la ciencia.

            A partir de todas las críticas nacen nuevos enfoques, surgen las denominadas posiciones  radicales, que recuperan las experiencias personales, revalorizan lo humano e individual. Las geografías de la percepción  y humanista consideran el espacio de modo subjetivo y quieren estudiar la relación sociedad-naturaleza a través de la propia percepción del espacio vivido. La geografía radical  estima el espacio como el resultado de una estructura económica y política, como un producto social. Se asiste a lo que algunos, por contraposición, denominan revolución cualitativa frente a la cuantitativa.

4.4.1    Espacio subjetivo, espacio vivido.

            En los años sesenta se asiste al nacimiento de nuevas perspectivas que reaccionan frente al neopositivismo como la geografía de la percepción y del comportamiento y la geografía humanista. Reivindican, desde diferentes bases teóricas y metodológicas, el plano subjetivo de la realidad espacial. Estos enfoques son el reflejo de las ideas desarrolladas en otras disciplinas.

4.4.1.1 La geografía de la percepción y del comportamiento si bien siguen relacionadas con los métodos y principios de la geografía teórico-cuantitativa, de la que conservan rasgos fundamentales (pensamiento lógico-matemático, verificación de resultados, comprobación de hipótesis, teorización), pero excluye algunos principios neopositivistas como el rechazo de lo no observable o el papel neutral del científico como observador pasivo de la realidad.

El estudio de la geografía humana descubre la insuficiencia  de los modelos teóricos, incapaces de explicar satisfactoriamente los fenómenos que debían analizar. Comprueban que no habían introducido aspectos psicológicos del comportamiento humano, ya que los modelos suponían un comportamiento racional. Se utilizan las aportaciones behavioristas, los estudios de psicología ambiental, las diferencias entre la preocupación científica y la percepción popular (Lynch, 1974), puesto que los conocimientos psicológicos son obviamente necesarios para entender el comportamiento y el aprendizaje. De ahí la búsqueda de respuestas en los estudios sobre la percepción y el comportamiento humanos. (L’Espace Geographique, 1974).

Surge de este modo una relación entre los análisis geográficos y los psicológicos, tanto de psicología individual como colectiva. Ya no se utiliza cl espacio como algo objetivo y abstracto, sino como un espacio conocido, aprehendido, se hablará de un espacio vivido, con lo cual se premiará lo subjetivo. (Geipel, 1978).

Entre los más interesantes temas descubiertos por este colectivo de geógrafos podemos destacar algunos: la percepción de las catástrofes naturales, de las condiciones climáticas del medio, la evaluación de los recursos, la percepción del paisaje en general y del urbano en particular, los mapas mentales, la conciencia territorial y regional. El geógrafo se ve enriquecido por las aportaciones de otras disciplinas, como la psicología, que le permiten vislumbrar mejor la realidad. En definitiva una fuerte contraposición a los métodos cuantitativos. (Fremont, 1976).

            La geografía de la percepción se interesa por el comportamiento que produce la imagen que el sujeto se hace de la realidad, imagen que explica la actitud y la organización del espacio. Se contrapone el espacio euclidiano al espacio vivido y experimentado. Las relaciones con el medio  siguen el esquema psicológico del comportamiento a partir de la percepción, la cognición, la motivación y las actitudes.

            Entre los autores más destacados podemos citar a Lynch, ya mencionado, con sus trabajos sobre la imagen de la ciudad (Chicago, 1960); los trabajos de los geógrafos del comportamiento Barker (1963) y Doherty (1969); A. Buttimer (1969) sobre cl espacio social. También se extiende de USA  a Inglaterra, Francia Fremont (1973); incluso en la URSS parecen interesarse por el tema, al igual que en Alemania.

            No obstante es fuertemente criticada en su aparición fundamentalmente por su interés por lo subjetivo que es rechazado como no geográfico. “A través del descubrimiento de la dimensión personal y subjetiva la Geografía Cuantitativa empezó a ser socavada en sus  mismos fundamentos desde el interior de la misma corriente neopositivista” (Herrero, 1995), sirviendo de transición hacia los planteamientos radicales.

4.4.1.2  La geografía humanista se inspira en el existencialismo y la fenomenología, postulados filosóficos que parten de la experiencia humana y que valoran más la comprensión del mundo que la explicación, comprensión a la que se llega mediante el conocimiento empático (Capel, 1981). Los investigadores se interesan cada vez más por el hombre, también se denomina como corriente antropocéntrica porque destaca los significados, valores y objetivos de las acciones humanas. Es un enfoque globalizador y subjetivo con claro rechazo a la tecnocracia. Se plantea la necesidad de llegar a una comprensión global de las relaciones entre el hombre y su entorno. Aspectos difícilmente cuantificables, por ser más cualitativos, sin que ello sea motivo de rechazo para su análisis.

            No se habla de un espacio abstracto, sino real y vivido, de un lugar y un paisaje, esencialmente cultural, que se ve de modo global, sin simplificaciones o abstracciones, utilizando fuentes distintas como el cine, la literatura o la pintura, que permiten conocer las imágenes sobre el medio natural y humanizado, las influencias de la economía o el medio físico en nuestras  actitudes y valores. (Boira, Reques y Souto,1994).

            Dos conceptos claves son utilizados por la geografía humanista los de lugar y paisaje (García Ramón, 1985). El concepto de espacio entendido como algo abstracto, euclidiano y racional propio del neopositivismo, se sustituye por lugar. Entendido como vinculado emocionalmente al hombre y con significado afectivo para el mismo, cargado de significados y valores.

Tuan (1974) clasifica y atribuye cuatro aptitudes del hombre respecto al lugar que califica como: topofilia (amor al lugar), topoidolatría (idolatría a un lugar), topofobia (rechazo) y toponegligencia (indiferencia). En definitiva el espacio se convierte en lugar a medida que le otorgamos significados y valores, a través de un tiempo y que queda reflejado en el estudio del proceso.

4.5.-     El espacio como producto social.

A partir de 1960, más acentuado en los 70, aparece un movimiento que afecta a todas las ciencias sociales, no satisfechas con el paradigma cuantitativo dominante e influidos por el marxismo W. Bunge y D. Harvey (Explanation in Geography) aparecen como líderes del movimiento.

Esta corriente crítica es el claro reflejo de su propio contexto social y político caracterizado por una serie de hechos significativos: el despertar del Tercer Mundo, el fin de la “guerra fría”, la crisis de producción de los países occidentales, la guerra de Vietnam, la presencia de las bolsas de pobreza en las ciudades, los graves desequilibrios territoriales, los problemas ecológicos …. Este conjunto de hechos obliga a una toma de conciencia de problemas reales como el ecológico, la injusticia, la segregación social.

Hemos de remontarnos a la década de los años 20 y 30 para encontrar las bases de esta corriente en la Escuela de Francfort. Tiene una perspectiva marxista  a la que contribuyó la interpretación de los textos de Marx por Althuser (Unwin,95) y por Marcuse, que trata de establecer una base integradora para el conjunto de las ciencias sociales, utilizando rigurosamente la teoría marxista y procurando ligar la teoría y la praxis (Capel,1981). Precisamente de la relación sociología y urbanismo viene la idea del espacio como producto social.

Sus planteamientos  tuvieron gran repercusión tanto por el rechazo de los modelos matemáticos, como por la revalorización de la historia en las ciencias sociales, en todo el ámbito intelectual.

4.5.1. La geografía radical aparece como una enérgica reacción ante lo aséptica y neutral que quiere ser la geografía cuantitativa y ante los modelos que elabora. Si en un primer momento los planteamientos eran de tipo social cristiano, en la línea de grupos católicos progresistas, se ha ido evolucionando a un uso de ideas marxistas vez más preponderantemente después del 72.

En Francia los planteamientos pivotan en torno a la figura de Yves Lacoste y la Universidad de Vincennes creada a raíz de los movimientos de mayo del 68. La revista Hérodote fue el vehículo de transmisión. Se critica la gran amplitud del saber académico, cuya función era “impedir el desarrollo de una reflexión política sobre el espacio y enmascarar las estrategias espaciales de los que detentadores del poder “(Gómez Mendoza, 1982)

Los temas estudiados son interesantes y novedosos: la pobreza, las minorías marginadas por problemas étnicos o sociales, las condiciones de vida urbana, accesibilidad y servicios públicos, la planificación, la violencia y los conflictos sociales entre otros  (Lacoste, 1977).

El espacio como producto social ha sido una forma de explicar que el territorio refleja la acción del hombre como sistema social y económico organizado.

4.5. La geografía del género.

Se enmarca dentro de la tendencia del interés creciente por las desigualdades sociales en el uso del espacio y por los comportamientos de distintos grupos de población. La geografía del género plantea la separación de roles sociales de la mujer y el hombre. Las principales aportaciones proceden del grupo de trabajo “Women and Geography”  vinculado al Instituto de Geógrafos Británico, difundidos en la revista Área (Sabaté, 1984). Se centran en los temas referidos a la movilidad, el trabajo y los niveles de bienestar.

Los precedentes podemos encontrarlos en la geografía de la percepción, en el enfoque humanístico enfatizando la diversidad cultural de las mujeres de acuerdo con la clase social, el grupo étnico y la edad, apuntando las diferencias cualitativas  de conocimiento y comprensión respecto a los hombres. La geografía radical tiene mucho en común con la perspectiva de género habida cuenta de su interés por los grupos marginados y las cuestiones de la desigualdad entre sexos (Unwin, 1995).

La geografía del género plantea  a la geografía humana todo un desafío conceptual e intelectual.  Se apunta una perspectiva más pluralista en el ocaso del siglo, coincidente con la disminución del interés por grandes paradigmas, la menor preocupación por los fenómenos globales y el interés por la diversidad y pluralidad tanto en geografía como en el resto de las ciencias sociales en el contexto postmodernista, de una construcción critica relativista y antidogmática del conocimiento que llega también a la geografía regional (Gómez Mendoza,1990; Coscuela,1994).

4.6 El postmodernismo.

Una de las características más definitoria de la  Modernidad es la aceptación del imperio de  la razón como instrumento utilizado por el ser humano para ordenar la actividad científica y técnica, el gobierno de las personas  y la administración de las cosas sin recurrir a otros poderes externos o sobrenaturales

La búsqueda de un modelo único de Verdad, de Belleza y de  Bien,  no ha estado exento de riesgos, al imponer una determinada visión de civilización.  Todo ello choca con toda una serie de acontecimientos y hechos desgraciados para la humanidad, que, cuando menos, cuestiona la validez del modelo.

La postmodernidad  se despide de los grandes principios para buscar otras teorías epistemológicas que permitan la indeterminación, el pluralismo y la discontinuidad. Sus orígenes podemos buscarlos en la historia del pensamiento y en las ciencias sociales.  Aparecen retazos en las obras de Heidegger, Foucalult, Lyotard, Deleueze, entre otros.

Sintetizamos algunas de las peculiaridades, dado que tienen clara repercusión en el discurso actual de las ciencias sociales en general y de la geografía en particular. Son las indicadas por Pérez Gómez:

-Desfondamiento de la racionalidad.  Hargreaves  (1996) afirma que cuando se disuelve la certeza moral y científica, la única realidad  que parece inteligible es el lenguaje, el discurso, la imagen y el texto.

-Pérdida de la fe en el progreso.

-El pragmatismo como forma de vida y  pensamiento.

-Desencanto e indiferencia. El ser humano, sin fundamento y sin horizonte definido, tiene que aprender a vivir la incertidumbre y el sin  sentido teleológico del presente.

-Primacía de la estética sobre la ética. El medio es el mensaje y el continente desaloja el contenido

-Multiculturalismo y  aldea global, como consecuencia de la uniformidad que pueden generar los medios de comunicación telemática por la rapidez en difundir un mensaje.

-Resurgimiento del fundamentalismo, localismo y nacionalismo. Surgen como respuesta a la indiferencia de la aldea global, afirmando la propia identidad y particularidad, rebrotando movimientos xenófobos e ideologías fundamentalistas.

Estos planteamientos tienen un eco en el ámbito académico que obliga a trabajar en un medio intercultural más amplio que permita la integración de valores, ideas, tradiciones y costumbres, que acepte la diversidad y la pluraridad, en el marco de una reflexión crítica y tolerante, afirmando la propia singularidad.

La nueva geografía regional de acuerdo con las características de ésta línea de pensamiento, los geógrafos desconfían  de las explicaciones de los fenómenos que tengan pretensiones de tipo globalizador y totalizante, enfatizando el estudio de la diversidad, la diferencia y la pluralidad. Este tipo de trabajo geográfico está teóricamente informado, pero desde una actitud ecléctica, empleando principios y métodos de diferentes enfoques conceptuales (cuantitativos, sistémicos, humanistas, radicales…) y de otras disciplinas sociales afines como la sociología o la economía (Albet, 1994).

La revalorización del estudio de áreas concretas es el resultado del contexto socioeconómico, que ha experimentado profundas reestructuraciones a partir de la década de los setenta, perceptible en las innovaciones técnicas en los procesos productivos, la omnipresencia de las multinacionales, la producción cada vez más especializada, el postfordismo y la estructura ocupacional. Todo ello implica una reorganización del territorio, una especialización funcional y espacial, a la vez que una globalización y uniformidad de la producción de acuerdo con unos medidas y normas de calidad total en las empresas. La geografía se preocupa por estudiar las relaciones entre estructuras y procesos en contextos geohistóricos específicos.

Se busca la interdependencia entre lo local y lo global, dado que el hecho local no puede ser abordado como un fenómeno aislado, al existir una interacción entre la escala local y los procesos globales.

5.- Algunas conclusiones.

Una gran pluralidad de enfoques caracteriza el momento actual de la geografía.

Asistimos a un rico debate y reflexión epistemológica,  cuyo resultado final nos es predecible; parece difícil la aparición de un paradigma capaz de poner de acuerdo a una gran mayoría de los geógrafos.

El pensamiento sistémico es la base de un razonamiento claro y de una buena comunicación, una forma de profundizar y ampliar nuestro punto de vista. Todos vivimos inmersos  en el complejo sistema de la naturaleza y nos organizamos en poblaciones y núcleos urbanos que funcionan también como sistemas. Para poder actuar y tener mejor calidad de vida es preciso saber cómo funcionan.

Existe en los últimos años un movimiento de reivindicar el concepto de paisaje, continuando la tradición geográfica, pero con contenidos nuevos y más completos, recogiendo aportaciones más recientes.  Sigue siendo idóneo utilizar este concepto siempre que   los estudios geográficos del paisaje analicen la estructura, la forma adoptada, la función territorial y la imagen. Todo ello reclama definir: los elementos, las unidades, la interacción y la organización del sistema”[12]

Esquema metodológico semejante al planteado por E. Murcia (1995) para estudiar los sistemas territoriales (Función, estructura, proceso, forma, control y planificación), que solemos seguir en nuestros análisis, sin descartar  la referencia al paisaje como elemento globalizador y a la literatura como visión subjetiva.

… “el geógrafo estudia los componentes y las relaciones, tiene en cuenta los nexos causales, delimita unidades paisajísticas, caracteriza  sus formas, define su localización y establece comparaciones. Todo ello conforma la vertiente explicativa del entendimiento geográfico del paisaje, su dimensión más sistémica y formalizable”  (ORTEGA CANTERO, N. 1998, pp. 145-6[13]) [14]que queda completada  por quienes saben aunar inteligencia y sentimiento, razonamiento y sensibilidad, de quienes son capaces, en suma de explicar y de comprender lo que tienen delante”. Además en una perspectiva humana del paisaje no podemos olvidar al hombre y,  si se estudia con profundidad, al paisaje le añadimos la figura, la vida y el afecto. Ese hombre que cambia constantemente, de generación en generación, siendo la cultura la manifestación del hombre.

Asistimos a un movimiento de valoración del paisaje y del territorio como patrimonio histórico y cultural, entendiéndose  el  paisaje como tal  en la medida en que es seña de identidad, refiriéndose tanto a los espacios naturales como los construidos, “ The Cultural Heritage”. 

 La actualidad del mundo es cada día más geográfica.

Los problemas se denominan: fragilidad ecológica de los lugares, consumo de espacios, limitación de explotación de recursos no renovables, planificación, diferenciación cultural.  “Hacer geografía es situar y situarse en una región, villa o país. Es observar y comprender un paisaje. Es también explicar una localización, una distribución y sus causas naturales y humanas, recientes y antiguas. Es medir el impacto del hombre sobre su entorno” (FEGREPO, 1986).

El papel de la geografía debe ser  recordar los riesgos que conlleva y el peligro que encierrra razonar sin tener en cuenta la dimensión espacial de los hechos. La razón de ser de la geografía es saber pensar el espacio,  para estar  en el mundo, comprenderlo mejor para así poder actuar eficazmente. Es, pues, un saber útil y necesario para cada ciudadano y, muy especialmente, para los futuros educadores.

El malestar de nuestra cultura, las patologías psíquicas, la decepción de la vida o los suicidios y la chapucería profesional dependen de ello. La chapucería intencionada del estilo de producción y de vida postmoderno es la consecuencia de la desmoralización general y la pérdida de vista de una ética coherente, en el siglo que acaba de pasar: el XX.[15]


[1] . – CENCILLO, l. (1970): Curso de antropología integral, Syntagma, Madrid.  p.10          

[2] . – CENCILLO, l. (1970): Curso de antropología integral, Syntagma, Madrid. p.38

[3] .- Curso de Antropología, op. Cit, pag. 24.

[4] . – JOURNEAUX, P ; DEFFONTAINE, P. ; BRUNHES, M (1966) : Géographie Générale. Encyclopedie de la Pléyade, Gallimard ed. Bruges

[5] .- Cencillo, L y García J.L (1973) Antropología cultural y Psicología, Publicaciones del Seminario de Antropología Psicológica de la Universidad Complutense, Madrid. pag. 27

[6] . – CENCILLO, L. (1976): Antropología cultural: factores psíquicos de la cultura, Biblioteca universitaria Guadiana, Madrid. Vid.pp. 27-42.

[7] . – Antropología cultural (1973), op. Cit. pp.58-.59.

[8] . – JOURNEAUX, P ; DEFFONTAINE, P. ; BRUNHES, M (1966) : Géographie Générale. Encyclopedie de  la Pléiade, Gallimard ed. Bruges.   

[9] .- CENCILLO, Luis (1978): El hombre. noción científica., ed. Pirámide, Madrid

[10] . -CENCILLO, op. Cit. (1976):  vi pp- 44 y ss.

[11] CENCILLO, L.(1976): Antropología cultural: factores psíquicos de la cultura, Biblioteca universitaria Guadiana, Madrid.p.27

[12] .- MARTINEZ DE PISÓN, E. (1983): «Cultura y ciencia del paisaje», Agricultura y Sociedad, 27, pp. 9 32.

[13]. – ORTEGA CANTERO, N. (1998): “Paisaje y cultura” en MARTÍNEZ DE PISON, E. (Dir.): Paisaje y medio ambiente, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Valladolid, Salamanca, pp. 137-150.

 

[15] .- CENCILLO, L. (2000): Cómo no hacer el tonto por la vida. Puesta a punto práctica del altruismo. Desclé de Brower, Bilbao.p.40.

Presentación del seminario «LUIS CENCILLO: GEOGRAFÍA HUMANA»